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miércoles, 20 de junio de 2018

Síndrome del niño zarandeado: peligro que amenaza a nuestros bebés

Por Diana Santos

¡Cuidado, bebé suelto! No pocos fueron los que disfrutaron de este filme tras su aparición en la pantalla chica, hace ya algunos años. En la película nos presentan un bebé ocurrente, hermoso y poco llorón. Pero… ¿es siempre así en la vida real? Se dice que un recién nacido normal llora mucho y frecuentemente sin que esto signifique estigma de enfermedad.

Los especialistas lo consideran natural. De acuerdo con la Asociación Española de Pediatría (AEP), el llanto que experimenta un bebé saludable dibuja una curva que se inicia a partir de las 2 semanas de vida, alcanzando su pico máximo a los 2-3 meses de edad, trazado que va decreciendo cerca de los 4-5 meses del niño.

En los bebés prematuros esta curva suele presentar variaciones, teniendo en cuenta su edad corregida.

Esta es una etapa difícil. Los expertos la definen como ¨período del llanto inconsolable¨. Estas crisis de sollozo pueden guardar relación o no con ¨cólicos del lactante¨, a quienes muchas veces se le atribuye el problema.

Aunque suele suceder en la mayoría de los bebés, este concepto no suele ser generalizador. Si bien, para algunos padres representa una verdadera pesadilla, los galenos aseguran que este llanto es potencialmente reversible y consolable en un breve plazo.

Si tu niño se encuentra transitando por esta etapa, seguramente habrás notado que se trata de un llanto fatigosamente consolable. Se presenta sobretodo en horarios vespertinos y nocturnos, momentos en los cuales los padres se encuentran más agotados tras el quehacer diario, lo que puede ser motivo de desespero en los progenitores, quienes comienzan a sacudirles en busca de consuelo.

Este acto desesperado, los médicos lo han nombrado como: ¨síndrome del niño zarandeado¨. Según informa la Asociación Española de Pediatría, este síndrome tiene una mayor incidencia en niños pequeños, menores de 2 años de edad, aunque se puede observar hasta los 5 años. Puede aparecer tras una sacudida de cinco segundos, momento en el cual el cerebro del bebé puede rebotar contra el cráneo y causar un cortejo sintomático que transite desde una ligera inflamación hasta un posible hematoma cerebral (contusión cerebral), presión y sangrado cortical.

De ahí la importancia de prevenir sacudidas violentas y traumáticas en el niño pequeño. Por esta razón los psicólogos recomiendan a los padres fomentar técnicas de relajación y autocontrol para transitar durante esta etapa lo más calmadamente posible.

A pesar de esto, los especialistas aseguran que no debemos guardar temor ante juegos calmosos como mecerlos en los brazos, levantarlos suavemente en el aire por encima de nuestras cabezas, o pequeños trotecillos con el bebé a espaldas o de rodillas.