La cárcel que se ha convertido en cultura
El Museo Nacional de Historia Natural de Uruguay inauguró una sede en la otrora cárcel de Miguelete, ubicada en el centro de Montevideo, que muestra exposiciones sobre la "biodiversidad" del país austral y otras regiones del planeta. Luego de 180 años de existencia de la institución sin disponer de un espacio fijo, esta es su primera ubicación, y una bastante peculiar.
Los museos son lugares de utilidad para el público, en dependencia de los elementos que recoja, que son bastante variados, de acuerdo con la historia, costumbres o intereses que en él se muestren. Otros factores que pueden influir en el éxito de un museo, además de sus propuestas, son aquellos vinculados a la propia historia del sitio donde se ubique. Los uruguayos parecen saber esto y, aunque no se relacionan ubicación y temática, esta semana el Museo Nacional de Historia Natural (MNHN) de Uruguay inauguró una sede en la antigua cárcel de Miguelete, en el centro de Montevideo. El sitio acoge exposiciones sobre la biodiversidad del país austral y otras regiones del planeta.
Este museo es una institución que expone e investiga sobre la biodiversidad desde hace 180 años, en los cuales no ha contado con un espacio fijo. Es por ello que, en declaraciones, el director del centro, Javier González, dijo estar feliz de que esta institución cuente finalmente con un espacio para desarrollar su labor. Hasta el momento se inauguró el primer tramo del traslado de la obra del museo a la nueva sede, y posteriormente se irá trayendo el resto del material. Según señaló González, la idea es que en el centro se combinen exposiciones fijas con otras permanentes.
Al acto de inauguración del nuevo museo acudió la ministra de Educación y Cultura, María Julia Muñoz, que destacó la importancia de los museos en la educación, la cultura, el turismo y el desarrollo del país en su conjunto. Además, hizo mención a la comunidad científica vinculada al MNHN y pidió disculpas por no tener la visión de destinar espacios grandes donde pudieran desarrollarse, a la vez que aprovechó para destacar la oportunidad de subsanar los errores.
La política destacó que este es un museo que a pesar de haber estado en un lugar inhóspito, a puertas cerradas, ha cultivado una cantidad de asociaciones científicas que son maravillosas.
Además del espacio dedicado a la naturaleza, la antigua cárcel acoge también un lugar destinado al arte contemporáneo, una combinación que Muñoz calificó de muy importante. En ese sentido expresó que la ciencia y el arte son cuestionadoras, y su unión en el centro va a ser la fuerza de la construcción de ciudadanos cada vez más interpelantes de la problemática social, de lo que ellos quieren ser y de la sociedad del futuro.
