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miércoles, 23 de mayo de 2018

La soledad hace mella en nosotros

Por Jacky

Un estudio realizado por el Instituto de Tecnología de California (Caltech), descubrió que en los ratones que pasan mucho tiempo sin compañía se da la acumulación de una sustancia química en el cerebro que hace que se comporten más agresivos, irascibles y temerosos. El trabajo, publicado en la revista «Cell», posee aplicaciones para tratar trastornos de salud mental en las personas.

En una sociedad creciente pero plagada de tecnologías que nos aíslan, las cifras señalan hacia un incremento de la soledad, con un aumento significativo de hogares formados por una sola persona y el incremento de la sensación de soledad en las sociedades occidentales.

Si bien ya se sabe que el aislamiento social crónico se relaciona con la depresión y el trastorno de estrés postraumático en la salud humana, un estudio reciente realizado por investigadores del Instituto de Tecnología de California (Caltech), descubrió en un experimento que en los ratones que pasan mucho tiempo sin compañía se produce la acumulación de una sustancia química en el cerebro que los hace más agresivos, irascibles y temerosos. El trabajo, publicado en la revista «Cell», tiene aplicaciones para tratar trastornos de salud mental en las personas.

En la investigación los ratones privados de compañía de sus congéneres por un tiempo prolongado sufrían una amplia gama de cambios de comportamiento, tales como mayor agresividad hacia ratones desconocidos, hipersensibilidad ante estímulos amenazantes y miedo persistente. Estas reacciones aparecieron cuando los ratones pasaron 2 semanas solos, pero no tras 24 horas, lo que indica que los cambios en las respuestas de agresión y miedo requieren un aislamiento crónico.

Un estudio anterior realizado con la mosca de Drosophila, determinó que un neuropéptido, la taquiquinina tiene un papel en la promoción de la agresión en las moscas aisladas socialmente. Por lo que, para comprobar si esto también ocurría en mamíferos, el equipo recurrió a ratones de laboratorio, en los cuales el gen de taquiquinina Tac2 codifica un neuropéptido llamado neuroquinina B (NkB), que producido por neuronas en regiones específicas del cerebro, como la amígdala y el hipotálamo, involucradas en el comportamiento emocional y social.

Los investigadores encontraron que, en los ratones, el aislamiento crónico lleva a un aumento en la expresión del gen Tac2 y la producción de NkB en el cerebro. Aunque también comprobaron que la administración de un fármaco que bloquea los receptores específicos de NkB posibilitó a los ratones estresados comportarse normalmente, eliminando los efectos negativos del aislamiento social. Mientras que, el aumento artificial de los niveles de Tac2 y la activación de las neuronas correspondientes en ratones normales no estresados, hizo que se comportaran como criaturas estresadas y aisladas.

Aunque el estudio se realizó en ratones, tiene implicaciones para comprender cómo el estrés crónico afecta a los humanos, pues poseemos un sistema de señalización Tac2 análogo. En ese sentido, según Moriel Zelikowsky, a cargo de la investigación, podría traducirse en diferentes implicaciones clínicas para tratar trastornos mentales en las personas. Como afirmó el especialista, tradicionalmente nos centramos en los sistemas de neurotransmisores (serotonina y dopamina), que circulan ampliamente por el cerebro, y la manipulación de estos sistemas puede provocar efectos secundarios no deseados. Por lo que ser capaz de modificar localmente un neuropéptido como Tac2 es un enfoque prometedor para los tratamientos de salud mental.